Las andanzas de un lobo estepario extremeño.

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" (del artículo: "Con la casa a cuestas", revista: Bike Rutas, Nº 4, 1999)

15 oct 2017

Patrimonio y Guerra Civil en la comarca de La Serena (I) - Introducción

Sirva esta entrada, obtenida de las fuentes que a continuación especifico detalladamente, como un breve resumen o sinopsis de lo que fue la Guerra Civil en el Frente Extremeño, y más concretamente, en lo referente a la “Bolsa de la Serena”; y sirva así como introducción para entender mejor las siguientes entradas de este blog relacionadas con el título de este post: “Patrimonio y Guerra Civil en la Comarca de La Serena”, para de este modo, ayudar a preservar, divulgar y compartir este patrimonio bélico que podemos encontrarnos de forma clara y evidente en esta comarca, para entender mejor nuestro pasado, no olvidarlo y así no volver a cometer los mismos errores, y no caer en las desgracias y horrores que implican cualquier guerra.

Los textos de esta introducción, están extraídos parcialmente de los siguientes documentos:

- Artículo “La estabilización del frente extremeño hasta el verano del 38”, que podéis leer de forma íntegra, así como otras entradas relacionadas con la Guerra Civil en Extremadura en ESTE ENLACE.

- Documento de Rafael Moreno García, para el “IV Congreso de Castellología”, celebrado en marzo del 2012 en Madrid y titulado: “Fortificaciones en la Guerra Civil Española en Castuera (Badajoz)” y cuyo texto íntegro podéis leer en ESTE ENLACE.

- De la web sobe la Guerra Civil en “La Serena” y en el frente extremeño: 1936laserenalosmonegros.

- Web sobre los vestigios de la Guerra Civil en Badajozwww.guerracivilenbadajoz.com.


Después de los combates habidos en la provincia de Cáceres durante el mes agosto de 1936, quedó estabilizado el frente en toda ella. En los últimos días del mes, las tropas de Yagüe la abandonaron para continuar su ofensiva por tierras de Toledo. Franco, que había instalado su cuartel general en Cáceres el día 26 de agosto, consideraba prioritario el avance sobre Madrid. Su Estado Mayor pensaba que, una vez tomada la capital de España, la República se descompondría, acabándose la guerra con prontitud. Estos planes no preveían la heroica resistencia de Madrid, sólo dominada al final de la contienda, cuando ya las esperanzas de una intervención extranjera en auxilio de la República eran nulas.

Según se acercaba el ejército de Franco a Madrid, se fueron incorporando a ese frente tropas acantonadas en Cáceres y su provincia, combatiendo a las afueras de Madrid. Esto hizo que la defensa del frente extremeño quedara en manos de una débil guarnición militar, que debía multiplicarse en labores de vigilancia y reforzamiento de sus líneas defensivas.

Por parte republicana, las necesidades de la guerra también obligaron a un debilitamiento del frente extremeño. Por un lado, la defensa de Madrid, a la que el Gobierno había convertido en símbolo de heroicidad republicana: mientras resistiera Madrid, la República aún podía salvarse. Esa fue la razón principal por la que no se escatimaron tropas que contribuyesen a su resistencia, aun a riesgo de dejar desguarnecidos algunos frentes. Por otro lado, la importancia estratégica de la minería andaluza y de la provincia de Ciudad Real obligaba a concentrar importantes contingentes de hombres para su defensa.

Esta es la razón por la que el frente extremeño quedó bastante debilitado en ambas zonas, lo que explica el por qué no se produjeron apenas enfrentamientos armados de importancia hasta el verano de 1938, cuando los nacionales comenzaron la ofensiva del Valle de La Serena. La característica más peculiar de este frente consistía en la llamada “Bolsa de La Serena, un profundo entrante de las posiciones republicanas en medio del territorio dominado por los nacionales.
 
Ese hecho marcaría los distintos planes estratégicos elaborados por los dos ejércitos. Para los nacionales, el peligro radicaba en la cercanía de las avanzadillas republicanas a la carretera Cáceres- Sevilla, así como a la frontera de Portugal. Un avance del enemigo en esa dirección hubiese significado el estrangulamiento de la vía que enlazaba las zonas Norte y Sur del ejército de Franco. Romper esa comunicación, provocando el aislamiento entre las fuerzas del Centro y Sur, para cortar así el intercambio de suministros entre ellas, era uno de los objetivos estratégicos del Estado Mayor Republicano. A lo largo de la guerra se elaborarían distintos planes en esa dirección, pero finalmente acabarían imponiéndose las tesis sobre la prioridad defensiva de Madrid.

Desde agosto del 36 hasta abril del 37, la inactividad bélica del frente extremeño fue prácticamente absoluta y no sería hasta el verano de 1938 cuando se desencadenase la ofensiva nacional para terminar con el peligro que suponía para sus líneas la Bolsa de La Serena

 Ejemplo de uno de los búnker construidos por los nacionales, en la línea franquista del frente entre Puerto Mejoral y Castuera. Sobre la cúpula se puede ver dibujado el emblema de la 14ª Compañía de Zapadores adscrita a las Divisiones del ejército del Sur que operaban en la zona de la Serena.


Esta ofensiva nacional se desarrolló entre el 20 y 24 de julio de 1938, y fue ejecutada por los Ejércitos del Centro y del Sur en operación combinada. Fueron conquistados 23 pueblos y 2.780 km², cayendo a manos nacionales poblaciones tan importantes como Don Benito, Villanueva de La Serena, Medellín, Campanario, Navalvillar de Pela, etc. Sin embargo, los grandes avances alcanzados por las tropas de Franco en unos pocos días, se vieron mermados y detenidos bruscamente cuando, el 25 de julio, el ejército republicano cruzó el Ebro dando comienzo a “La batalla del Ebro”, la más larga y cruenta de la guerra. El desplazamiento de tropas nacionales desde Extremadura hasta Aragón, provocó que las conquistas recientes quedaran desguarnecidas, facilitando el contraataque republicano, quienes habían recibido refuerzos, enviados desde Levante, que se produjo entre el 9 y el 31 de agosto, con la consiguiente pérdida de parte del territorio obtenido por los nacionales en la provincia de Badajoz, y más concretamente en la comarca de “La Serena”, aunque eso no conllevó en igual medida, el número de poblaciones recuperadas.


La ofensiva nacional de Julio de 1938 queda reflejada en la portada de este periódico.


En estas dos últimas fotos, búnkeres construidos por los nacionales para el control de la carretera Castuera-Puebla de Alcocer. 


Tras la ofensiva nacional antes comentada, sería el 23 de julio de 1938 cuando entran en Castuera los primeros soldados franquistas pertenecientes a las Divisiones 102 y 112 del Ejército del Sur, poniendo así fin al período de dominio republicano en esa localidad que hasta entonces había sido considerada “la capital de la Extremadura Roja.

 Nido de ametralladora republicano que formaba parte el anillo defensivo de Castuera, junto con los de la Sierra de las Pozatas y la Sierra de los Pinos

Una de las bocas de entrada/salida del refugio antiáreo republicano del aeródromo de Benquerencia.

Hasta que tuvo lugar esa ofensiva nacional, la localidad de Castuera estaba dentro de la “Bolsa de la Serena”, formando parte de un territorio que permaneció leal a la República y alejada del frente, cuyas posiciones más próximas se hallaban a unos 40 kilómetros de distancia, en las cercanías de la población de Campillo de Llerena. Desde el principio de la guerra fue considerada por el mando republicano como población importante, debido a que era el principal nudo de comunicaciones en una comarca, La Serena, que contaba con muy pocas infraestructuras y accesos. Castuera era pues un valioso cruce de carreteras y además contaba con el ferrocarril. Debido a su importancia estratégica, a la facilidad en las comunicaciones, y a encontrarse alejado del frente, en el pueblo se instalaron importantes organismos civiles (Juzgados, Gobierno Civil, Consejo Provincial Republicano, redacciones de periódicos, hospitales,...), y también militares. Cuando fue tomada por los franquistas, el pueblo quedó próximo al frente y fue el objetivo de los contraataques desencadenados por el ejército republicano en agosto de 1938, que los nacionales pudieron frenar a duras penas, y cuya finalidad no era otra que recuperar para su causa Castuera y cuantas poblaciones fuera posible, objetivos que finalmente no llegaron a alcanzar.

De toda esta pequeña introducción, parece evidente que “La Serena” fue la comarca extemeña que acogió la zona del frente extremeño más activa y relevante de Extremadura, tanto en el aspecto militar como político. De ese protagonsimo nace la necesidad de marcar y subrayar visualmente los restos bélicos y de otra índole que aún se conservan de aquellos momentos. Sin duda, el Patrimonio de la Guerra Civil en "La Serena", constituye un valor más de nuestra Historia.

Bunkers, puentes, trincheras, puestos de observación..., elementos de un patrimonio bélico que es necesario conocer y preservar como vestigios de la historia y del horror que representan las guerras.

 Búnker o Fortín junto al río Zújar, con su acceso; se encuentra en buen estado de conservación. Fue construido por los nacionales, tras la ofensiva republicana, para el control del puente sobre el río Zujar que se encuentra a pocos metros.
 Búnker de Campanario, semidestruido. Construido por los nacionales para el control del frente en el valle del Guadalefra.


"Estas edificaciones, este patrimonio bélico, nos habla del poder de hombre sobre el territorio y nos ilustran sobre el desarrollo de los frentes en una de la úĺtimas guerras de trincheras que se caracteriza por: el empleo de hormigón y otros materiales constructivos; por su pretensión de mimetizarse con el paisaje; y por su diversidad constructiva, ya que engloban entre otros elementos: búnkeres, casamatas, blocaos, nidos de ametralladoreas, puestos de tiro, observación y escucha, fortines, trincheras serpenteantes, refugios o aeródromos. En definitiva, un importante patrimonio que se encuentra amenazado por el paso del tiempo, la urbanización, la construcción de infraestructuras, el desarrollo de la agricultura y la ganadería, el saqueo de los restos materiales de los yacimientos arqueológicos o la indiferencia de las instituciones. Y esto es así porque existe cierta desprotección legal, puesto que la norma estatal no se manifiesta expresamente sobre la necesidad de conservación del patrimonio arqueológico reciente. Si bien es cierto que el patrimonio bélico podría incluirse, gracas a una interpretación generosa de la legislación vigente, dentro de la categoría de bienes inmuebles arqueológicos.

Muy probablemente, en el fondo de la cuestión subyace la problemática sobre la consideración del "valor histórico" del patrimonio arqueológico reciente. Sin embargo, el patrimonio "no es una cuestión de época, sino de manifestación cultural del ser humano en cualquier momento"... "Los búnkeres, fortines, trincheras y casamatas tienen suficiene valor para su conseración y contribuyen un ejemplo de forticicaciones..."

...El recuerdo de acontecimientos bélicos cercanos no invalida su conservación y puesta en valor. Pues el patrimonio (construcciones y vestigios) y los paisajes asociados a los conflictos bélicos poseen un destacado valor histórico, una destacada relevancia museológica e importantes y diversas posibilidades de intervención y gestión. Pero además, su valor didáctico, no sólo desde el punto de vista histórico, también desde la perspectiva de la educación en valores, así como su pontencialidad turística y proximidad temporal facilitan la conexión de esta arquitectura con la sociedad y justifican plenamente su investigación, catalogación, conservación y difusión.

En estas circunstacias, resulta paradójjco que el patrionio arquieológico bélico siga siendo uno de los grandes desconocidos de nuestro pasado más reciente."
[Texto extraído de las actas sobre "Guerra Civil y Patrimonio en el frente Extremeño (70 Anniversario del cierre de la -Bolsa de la Senera-)", y más concretamente de la ponencia: "El Patrionio de la Guerra Civil en la Comarca de la Serena. Realidad actual y perspectiva sde actuación", escrita por José Ramón González Cortés y Antonio López Rodríguez. Estas "actas" forman parte de las jornadas sobre "Guerra y Civil y Patrimonio" llevadas a cabo en Castuera, en mayo del 2008.

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